I
Fresca y repleta de cañas,
la mañana de miel
siente frío y se acurruca
en los ojazos del buey.
II
¡Qué liviano que está el peso
tan grande de la carreta!
El boyero está cantando;
lo demás... casi no pesa.
III
Bajando la cuesta, cuesta
dejar de oír su canción,
El boyero no cantaba...
su mirada era su voz.
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